Las moléculas de aceite esencial son absorbidas por la piel y las membranas mucosas del cuerpo y se transportan en la sangre entera, para ser excretadas en gran parte por los riñones, pulmones y afines.
Por lo tanto, cuando huele un aceite esencial, no solo le hace cosquillas a su antiguo aparato de fábrica para crear un impulso nervioso, sino que además es absorbido a través de las membranas de la vieja neurona favorita y así pasa directamente al cerebro.
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